EUROPA | 22.07.2011
Conmoción por atentado en Noruega
Eran las 3:20 de la tarde en Oslo cuando una gran explosión sacudió el centro de la ciudad, dañando las fachadas de varios edificios gubernamentales y rompiendo sus ventanas. La policía local atribuyó el estallido a una bomba y, a la hora de publicar esta nota, confirmó la muerte de dos personas a causa de las heridas sufridas. Las oficinas del primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, se hallan en una de las torres afectadas, pero las agencias reportan que el político no se encontraba en su despacho en el momento de la detonación.

Una bomba primero, una mochila después, un tiroteo más tarde
La policía ordenó evacuar la estación central de trenes de Oslo y –tras el hallazgo de una mochila sospechosa– también la sede de la televisora TV2. Frente a uno de los edificios del Gobierno se hallaron los restos de un automóvil que había sido estacionado en un área prohibida para ello; eso y la naturaleza de los daños causados atizó la sospecha de que se trataba de un cochebomba. Sin embargo, aún se espera que Thor Langli, a cargo de la operación policial, confirme si la explosión ocurrió en la calle o en el interior de las oficinas del Gobierno.

¿Por qué Noruega?
Nubes de humo se elevaban desde el área de la explosión, mientras los agentes policiales intentaban acordonar la zona por miedo a que otras bombas fueran detonadas. Durante las primeras horas que siguieron al suceso nadie asumió la autoría del atentado y la policía noruega se abstuvo de pronunciarse al respecto, llevando a los expertos consultados por los medios internacionales a contemplar los posibles motivos detrás de un ataque terrorista a esa nación europea.
Una de las especulaciones apunta a una venganza de los islamistas radicales y se basa en el hecho de que Noruega, país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ya había sido amenazada por presuntos voceros de la red terrorista Al Qaeda por su participación en las misiones militares de Afganistán y Libia.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / Reuters / afp
Editora: Emilia Rojas Sasse
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